sábado, 20 de octubre de 2007

"Las 13 rosas" y "Querida Bamako", rabiosa actualidad

Debo reconocer que soy de naturaleza un tanto obsesiva, y cuando me di cuenta de que me había equivocado de día, y por tanto, perdido mis entradas para ver el preestreno de "Las 13 rosas" al que asistió el propio director, Emilio Martínez Lázaro , sentí una rabia injustificada que he venido arrastrando durante toda esta semana. Ayer , día del estreno oficial del esperado largometraje (que compitió con la vencedora "El orfanato" para representarnos en los Oscars), pude disfrutar por fin del que se anunciaba como un drama histórico de rabiosa actualidad (¿les suena lo de la memoria histórica?) y que venía secundado por un espectacular reparto femenino (Pilar López de Ayala, Verónica Sánchez, Marta Etura, Goya Toledo, Bárbara Lennie, acompañadas por los también notables Félix Gómez, Fran Perea y Asier Etxeandía). Casi toda la plana juvenil del cine español en un solo filme es un lujazo, y si encima la cinta es buena, no hay razón para la queja.
En principio, Martínez Lázaro se enfrentaba a una dificultad casi insalvable: la propia temática de la producción. La guerra civil es un negrísimo momento de nuestra Historia que el cine ha español ha tratado numerosísimas veces en los últimos años, aunque fuera con dispares resultados: si a esto le sumamos el tenso contexto actual , con la nueva y criticada ley que afronta sin complejos la época franquista intentando hacer (tardía) justicia, podríamos echarnos las manos a la cabeza al pensar que un realizador, y encima comercial, se haya atrevido a contar la terrible historia de las 13 mujeres fusiladas por orden "judicial" en el primer año negro del dictador.
Pero Lázaro ha conseguido por fin lo que muchos no han alcanzado: combinar drama (desgarrador), sentimiento (amores imposibles, emotivas relaciones paternofiliales, amistad indestructible) y entretenimiento (la acción es ágil y fluida) en un conjunto que huyendo de maniqueísmos políticos o ideológicos, resulta conmovedor y necesario. Porque, más allá del valor cinamatográfico de la obra, el mensaje del autor es tan contundente como oportuno: en las guerras, sólo hay un perdedor, las propias personas que, siendo inocentes, tienen la mala suerte de sufrir el horror de una ideas temibles. El guión evita hablar demasiado de partidos, siglas o ideologías y se centra, con buen juicio, en las vidas personales, afectivas, veraces, de estas víctimas del terror.
Estamos ,por tanto, ante una imprescindible reivindicación de la humanidad ante el dolor y la guerrra, que se hace patente en varias escenas de gran calado: el lanzamiento de panes sobre Madrid, el encuentro amoroso entre Etura y su novio en un luminoso parque, la escena del cine en la que el amor supera las barreras y personajes politicos, el mensaje de un padre a su hija cuando esta ya está en la cárcel, el paso de las presas en la camioneta por el Retiro.... hasta la excelentemente resuelta escena del fusilamiento y la carta de Ayala a su hijo. Quizá haya tenido que ver la sabiduría comercial de un diector que sabe, no sólo hacer buen cine, sino también llegar al espectador ya sea a través de música divertida, "El otro lado de la cama", o la emoción con una buena base. En definitiva, un brillante drama coral de cuidadísima factura artística que aborda, con una nueva y definitiva perspectiva, un conflicto imborrable. Liberémonos de prejuicios, y celebremos que el cine español vuelva a mirar estas semanas, con inteligencia y honestidad, eso que algunos llaman "púublico" y que ya ha demostrado que el problema no reside en el sobrenombre "español": miren si no las sobresalientes recaudaciones de la exitosa "El orfanato". Qué buen mes, octubre...

En otro plano diferente, pero también muy actual, llega a nuestras pantallas la estimable "Querida Bmako", docudrama de producción vasca y exhibido en el festival de San Sebastián que ilustra con acierto el problema de la inmigración desde dos complementarias formas cinematográficas: el documental de testimonios verídicos y la convincente historia de ficción, muy apegada a la realidad, que sigue el camino de un africano de Burkina Faso hasto España, repleto de problemas visicitudes... El relato, además de ser sumamente interesante, resulta ameno y emotivo, con una vivacidad que escapa de tremendismos artificiales y aboga por un realismo sin trapa ni cartón.

Dos propuestas atractivas para todo tipo de espectadores inquietos que busquen en la oscuridad de la sala tanto un rato de entretenimiento como de reflexión. Que sean muchos.

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